Cuenta Eduardo del Pino Vicente (periodista de La Voz de Almería), que don Joaquín Santisteban y Delgado, prestigioso cronista de Almería dejó escrito que en el año 1884 su padre había sido uno de los buscadores de la más famosa expedición para encontrar el Tesoro de la Alcazaba.
Estaba promovida y financiada por un rico comerciante musulmán que a la vez fue el que traía el mapa, que según él marcaba donde estaba enterrado el tesoro. Este rico promotor también tenía unas llaves -copia de las originales- para poder abrir todas las cerraduras.
Parece que junto al plano había además un documento que relataba “para hallarlo ha de calcular treinta codos al septentrión del segundo reducto, sesenta y siete del primero y en galería subterránea de vista al mar dejé mis bienes; podéis penetrar por la torre de Escucha”. La galería donde se encontraba tenía 3 ramales, uno que daba al mar, otro al río, y el tercero a una explanada donde estaba enterrado el gran tesoro. El tesoro se componía de “dos arquetas de plata con valiosas joyas, dieciséis espadas ornadas de pedrerías, mil doscientas monedas de oro y seis ánforas llenas de monedas de plata”. Un tesoro valiosísimo y pesadísimo.
Cuando realizó la expedición el padre de don Joaquín, apenas existían restos del primer recinto de la Alcazaba y ni cimientos de la torre de Escucha. Pero se excavó mucho en el segundo recinto. Faena que se hacía en la noche para no alertar al vecindario, porque por el recinto era fácil de transitar si nadie sospechaba que se iba tras un tesoro. Marcaron un punto y picaron en un círculo de 30 metros de radio. Pero no apareció nada y el acaudalado emprendedor prefirió asegurar su riqueza antes de perderla por una ambición, y así, se suspendió la aventura.
En 1965 se adecentó la zona de las cuevas del Huerto del Sereno y con el poder de las excavadoras aparecieron diversos restos del siglo XII, como frescos, cerámica, aljibes, cisternas y algunas monedas de plata. Las monedas afilaron los dientes de los que menos poseían y recordándose la búsqueda de hace más de cien años surgieron nuevos buscadores vocacionales.
Pueden tantearse los bolsillos y encontrarán más riqueza que las que ellos hallaron en sus noches en vela.
Referencia
Almería. Guía sentimental de una ciudad. (2016) Eduardo del Pino Vicente